Hay veces que anhelo la felicidad, el cariño, el roce, o simplemente la confianza. Todo eso se va, todo eso se aleja, todo eso te vacía...
Parece que no hablo, que no siento; pero en mi interior, hay tormenta. Cada gota caída es un recuerdo que me habla, pudiendo volver a sentirlo. El cielo está oscuro, y entre aquellas nubes grises se nota la presencia de la luz de la luna.
Queriendo hablar,
intentando soñar,
buscando la felicidad.
Pero en lugar de ello, se oculta, se cierra.
Que bonito y triste a su vez.
Mírame para poder entenderme,
mírame para ver mi alma,
mírame, y verás mis miedos...
Siento una fuerte opresión en el pecho, a veces duele, otras, simplemente está, siendo costumbre.
Veo la triste belleza de las cosas como un callejón oscuro y sin salida; siendo un refugio de mis pensamientos melancólicos. Alumbrado más que por una luz tenue que parpadea de vez en cuando, me desahogo en cada sombra escrita que se difunde con las gotas que caen de mi rostro.
Aquellas mariposas que sentía en el estómago, murieron.
La belleza de las cosas muere.
Aquella flor negra, murió en la caída de su último pétalo.
En sí, todo muere.
Y yo, morí en mi último aliento de esfuerzo.
Me da miedo ser feliz.
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